El escaso conocimiento y sensibilización social que existe actualmente con los colectivos vulnerables, la ausencia y falta de equidad en la distribución de recursos, así como por la falta de los apoyos necesarios para alcanzar una óptima calidad vida posiciona las personas con Discapacidad o Dependencia por deterioro cognitivo en una posición de considerable riesgo y exclusión. Si además, no tienen la posibilidad de contar en sus vidas con una red natural de apoyos (familias, amigos, compañeros,…), parecen estar predestinadas a una realidad institucional donde los proyectos de vida de las propias personas quedan en un segundo plano supeditados a ratios profesiones, rutinas, organización interna de las entidades, posibilidades  económicas…  Muchas de estas personas no tienen oportunidad para tomar decisiones que afecten a su propia vida y se limitan a desarrollar actividades previamente diseñadas atendiendo a las necesidades de los recursos residenciales y no de la propia persona.

Esta realidad que se quiere plasmar es propia de un modelo de intervención asistencialista del cual aún se perpetúan ciertos resquicios, un modelo con miedo a los cambios organizacionales, un modelo colmado de excesiva prudencia que se traduce en un “no lo hagas tu que ya yo lo hago” privando a las personas con discapacidad a poner en acción sus propias capacidades.

Con la ejecución de este proyecto se prestarán los apoyos que cada persona precise para que puedan formular y desarrollar sus planes de vida, con sus deseos, necesidades sentidas, sus sueños…  apostando por un modelo de tutela inclusivo y personalizado.

No podemos obviar que Actualmente estamos viviendo una situación de crisis sanitaria mundial, debido a la pandemia del virus Covid-19 que está azotando duramente a toda la población a nivel mundial. Concretamente en España, ha derivado en la declaración de una situación de alerta que ha desembocado en el confinamiento de toda la ciudadanía en sus casas por varias semanas. Sin duda esta circunstancia tiene repercusiones económicas y sociales, que todavía aún no podemos cuantificar, que por un lado, afectarán en mayor medida a las personas más vulnerables y con más dificultades, estando entre ellas las personas mayores dependientes y las personas con discapacidad. Y por otro lado, no obviar las amplias necesidades en materia de salud que estas personas requieren y que se ven agravadas por esta situación.